Llora El Salvador,
llora Nicargua…
¡llora América Latina!
llora el mundo;
llora el universo
y su llanto se vuelve canto,
y el canto se vuelve trinos,
y el trino se torna fuego;
y el fuego incendia los cielos
o acaso solo marca el camino
Fue tan grande
que dos patrias no le bastaron por cuna
y renunciando a la muerte
de los seres comunes
talló en el alma del universo
su nombre con fuego
de humanidad
Pintó su nombre en el rostro
de cuanto tuvo la dicha
de gozar de su iluminar
desde la antorcha de sus letras
que marcaron huellas de libertad,
huellas de inmortalidad
Hoy asciende por las cenizas
que su pluma inmortalizaran
y se planta junto a los grandes
donde un sitial le esperaba;
Claribel… desde tu pluma
las letras ya no son lo mismo,
casi un siglo contigo
me pareció un segundo
nos vemos en otro verso