Las cosas nos alcanzan / las cosas nos invaden hasta disolverse en nosotros
como si no hubiera escape / hasta astillarnos de locura
como si siempre nos quedara una herida / debajo de nuestras pieles olvidadas, permanentes víctimas del óxido
con un nombre, algunas razones de sobra / incapaces de huir de tanta entrega, de tanta catástrofe
para escarbar la superficie de la luna / para robarle al horizonte el rocío de la madrugada
así me dejás, entre las cosas, tintineando los viejos símbolos / y la rutilante sonrisa tuya que me arranca de mis abismos
para plantarme, aquí y allá, la semilla seminal de la cordura / el germen servil de las revoluciones
mientras te acurrucás y dormís como un niño / contra mi pecho, zozobrándome de ternura.