Era un buen día,
ojos de perla negra;
soles eclipsados,
sonrisa de luna.
Dulce pasión de niña,
no era su sombra
mas que una lanza
para ir abriendo camino.
Soñadora de espejo,
las luces de avenidas
marcaban destinos;
componían sinfonía.
Deja de cielo tu alma blanca,
haz de tu amor los mares,
volcanes y atardeceres rojos,
tus labios espuma serán.
Ojos de perla negra,
recipientes de eternidad,
me miran y...
ya más nada puedo mirar.
Termino feliz de un golpe,
comprimo mi verdad,
sólo puedo afirmar:
Ella era un buen día.