\"Eres una ladrona que al fin,/ lo robado no hay quien te lo quite./ Mi sentir es tu más valioso botín/ y mi alma… tu escondite\".
Quiero callarme la boca, te lo juro,
cerrar mis ojos y así, en mi soledad y en lo oscuro,
aferrarme a la idea de que todo lo sueño...
Ver mis manos todos los días
y al encontrarlas tan tristes, tan vacías,
entender de una vez que ya de nada tuyo soy dueño.
No es fácil que ahora logre esto,
cuando tengo que luchar contra mí mismo detesto
esas luchas pues casi siempre las pierdo...
Justo cuando me siento más fuerte,
es precisamente cuando aun sin verte,
caigo abatido por la fuerza brutal de tu recuerdo.
Quiero guardar silencio, pero igual grito
porque esto que siento por ti, se me torna infinito
y no tiene en lo absoluto para cuándo acabar...
Es como un juego macabro con sus reglas,
yo la verdad no sé cómo te las arreglas,
pero en mi juego no existen normas para olvidar.
Me pides que del modo que sea me calle
y no te puedo garantizar que en medio de todo halle
alguna manera de callar y complacerte...
Ni con la muerte habría garantía de nada para los dos,
porque lo más seguro es que hablaría con Dios
y le pediría un día más para quererte.
Y no sabemos... con un día más qué te puedo decir,
pero sí sé que si te hablo de mi sentir
mis palabras saldrán como ríos imparables...
y si es el amor lo que a la vida me volvió,
para gritar que te amo, bastará con que hable yo
y ni siquiera hará falta mi vida, que hables.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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