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Peripecias de un viaje en colectivo

Cuando uno suele tomar esa difícil decisión de emprender un viaje, no sabe con lo que se va a encontrar…

El iluso pasajero de larga distancia ignora por completo que esta por sumergirse en una de las experiencias más aterradoras que pudo concebir la raza humana…

Ya de por si, el viajar en un colectivo dentro de la ciudad genera un caos emocional que ni el mejor psicoanalista podría desenmarañar. Todo allí es complicado: las largas esperas en paradas desoladas, llueve, truene, relampaguee o caigan chorizos de punta, y la terrible bronca de que ni aún en las peores situaciones climatológicas el forro del colectivero llegue a tiempo…

Las monedas, que parecen ser digeridas por algún “monstruo chanchito alcancía”, y que nadie las ha visto… pero todos hemos oído hablar de ellas. Y si tenes la fortuna de lograr recolectar la cantidad necesaria,  siempre, SIEMPRE,  se te caen, o no las podes sacar de “minimonederito” sumamente llamativo e incómodo, y cuando las lográs apresar con las manos todas traspiradas por la excesiva labor excavadora, el colectivo ya esta en la siguiente parada…

La incomodidad de viajar sentado con mil personas mas que te danzan alrededor como abejas en celo, o la incomodidad de viajar parado con mil personas mas cual ganado vacuno, o simplemente la incomodidad de viajar salvaguardando tu integridad fisica, emocional, sexual y humana… y salvaguardando tu bolsillo, celular, cartera, billetera, etc etc…

La odisea de atravesar medio pasillo esquivando bolsos, bolsitas, carpetas, piernas, brazos, axilas… y un sin fin de elementos que la gente, por alguna extraña razón, eligió llevar ese día en la hora pico… para que finalmente después de tocar el timbre con el último aliento que te queda te pregunten “¿bajas?”…( no!... si estoy jugando al “rin raje”!)

En fin, no es mi idea hablarles el día de hoy de este tipo de aventuras, sino de unas de las más temibles: los viajes de larga distancia…

Los problemas no comienzan al entrar al micro… los problemas empiezan cuando estas por sacar el pasaje. Porque desde hace un mes sabías que tenias que viajar y esperaste hasta el ultimo día para ir a la oficina de la empresa, y al ver en la pantalla que sólo queda un asiento, no te reconforta el saber que (justo) era el de al lado del baño.

Pero si sos de esas personas que las cosas las hacen con tiempo, podes encontrarte con la grata sorpresa de elegir el asiento que te plazca!... la situación seria la siguiente…

 

Sea cual sea el asiento que en suerte te toque, jamás de los jamases la empresa cumple con todo lo que ofrece su pintoresco servicio: los “cómodos asientos reclinables” no son mas que gomaespuma recubierta  por un llamativo tapizado hecho con las telas de saldo que nadie compra (porque son horribles) y que no se reclinan medio centimetro mas de lo que necesitas para que sean “comodos”… el “Toilette” no es mas que un cubículo frío y gris que te inhibe hasta las ganas de vivir,  la “Azafata” es casi siempre un señor  de bigotes medio afrancesado que obvia tu presencia a su paso y no sólo te deja sin vaso o bandeja, sino que además te tira encima el hirviente café que por supuesto no pediste,  los “televisores de ultima generación” tienen el tamaño de cajas de zapatos y para colmo de males, la pelicula elegida casi siempre es la premiada en el festival de cine Iraní, cuestión que luego de 2 horas no entendiste si lo que tenías que entender era lo que entendiste, y comenzas a experimentar una sentimiento de angustia…o sino ponen la peli que tanto querías ver y jamás la encontras en el video..(pero sin subtítulos) … entonces tratas de adivinar en tu escaso ingles de secundaria lo que están diciendo mientras lamentas las veces que te quisieron mandar a particular y vos decías que no

querías… Ahora bien, existiendo la posibilidad de poner subtítulos, no entiendo por qué , POR QUE?¡los choferes no lo hacen!... mi sospecha es que juegan apuestas a ver cuanto tiempo tarda el primero en bajar a  quejarse, y no sólo con la pelicula, sino con el aire acondicionado, la velocidad, la excéntrica música funcional ( cuya única función es aturdir a los pasajeros)…

En tu peripecia., podes experimentar una amplia gama de climas, que van desde el subtropical ( te cagas de calor y sudas como testigo falso), árido y frío ( como consecuencia del aire acondicionado, experimentas una nueva era glaciar y te empieza a invadir una sensación de sequedad en la garganta que ni un caramelo de miel te saca), y cuando logras dormirte y casi sin consciencia apoyaste la cabeza en la ventanilla al despertar te encontraras con un sin fin de gotitas que frenaron justo en tus pelos y ahora estas en presencia de una humedad digna de La Pampa.

Otra de las cuestiones dentro de lo que es el servicio de la empresa, es la maquina de café. Con la maquina esta te pueden pasar dos cosas:

 

Como si todo esto resultara poco, siempre tendrás que compartir el viaje con lo que he dado en llamar: “ la fauna autóctona del colectivo”, trataré de detallarlos con la mayor rigurosidad posible…

       El muy infeliz te recibe en la puerta cual Satanás en el infierno, y mientras arranca el troquel de tu boleto ajado, te murmura el numero de asiento (como si vos no supieras cual fue el que sacaste)… pero la realidad es que maldice el viaje que le impidió juntarse a un asado, y ver el partido de futbol de ese domingo.

Mientras subís por la escalera, lo primero que sentís es ese “vaho” que proviene de todas partes y se arraiga a tu nariz con una fuerza indescriptible… comenzas a dudar si es el camión de la basura o el cole que tenias que tomar…

Sentado ya en tu asiento hechas un vistazo a una serie de personas que jamás has visto en tu vida, y lo primero que se te cruza en la cabeza es… ¿estos viven en la misma ciudad que yo?...

Lo increíbles es que, cuando subiste, siempre hay alguien sentado antes que vos, y es ese uno de los seres mitológicos de los colectivos: “el no tan bello durmiente”

      No haces más que envidiar su facilidad de sueño y de adaptación al escaso    espacio del asiento. Nada lo despierta, ni las luces del colectivo, ni las luces de los 35 pueblos del recorrido, ni el estruendo de la bomba de la película, ni las señoras que desde que ingresaron no pararon de hablar de la operación de vesícula de la vecina de la amiga, ni el ring tone del pendejo que no para de mandar mensajes a “quién sabe quién”, ni el desfile de sucesivos personajes por el pasillo en una constante danza hacia al baño… ( cosas, que , lamentablemente, a vos si te despiertan, o directamente no te dejan dormir.)

Este dios del sueño, te genera una bronca aún mayor, si por efectos de algún agente no conocido, muta en la siguiente clase de personaje, “el taladro humano”

Extraña siempre es la coincidencia de tenerlo adelante, o atrás, o al lado… en el radio de un asiento a tu redonda…

Tratas entonces de autoconvencerse de que..”ya va a parar”… (mentira que ni vos te la crees), pero luego de 600 km con los ojos inyectados en sangre y unas ojeras color caribe, tus instintos mas primitivos se desatan con la única intención de terminar por tus medios con el suplicio…

Recordaste entonces que traías una servilleta en el bolsillo y empezás a hacer bollitos, con los cuales atacas al adversario con una puntería envidiable. Pero ni el pedacito de servilleta que le quedo en el lagrimal izquierdo logra despertar al taladro humano.

La siguiente táctica es la sonora. Utilizas todos y cada unos de tus movimientos corporales para generar un sonido que despierte al desconsiderado que no te deja dormir… tos, carraspera, tos, tos, estornudo falso, el “ejemmmm” como si algo te molestara en la garganta, palmadas como si estuvieras persiguiendo un mosquito, suspiro, suspiro, “ayyy diosssssss”… (resignación).

Lo siguiente es invadir terreno enemigo. Te deslizas ágilmente hasta su asiento y conteniendo la respiración, con un delicado movimiento de muñeca levantas las solapitas de la ventilación para que el gélido aire acondicionado le entre de lleno por la garganta y el desgraciado empiece a quedarse afónico… esta una táctica un poco complicada, pero tiene sus resultados… el hombre se da vuelta se tapa, pero a los 5 minutos continua con la orquesta…

Nada es útil, parece ser inmutable a todos tus intentos de derrotarlo. Alzás entonces tu cabeza para cerciorarte de que no te estas volviendo loco y que hay alguien mas que lo esta escuchando y tampoco puede dormir… entonces, una señora con un poco mas de coraje que vos toca el hombro del “taladro humano” y le pide amablemente si podría dejar de roncar… el hombre, sonrojado pide perdón… (tan simple como eso, ¿Cómo no se me ocurrió?)

El viaje continua, y si tenes la desgracia de estar sentado en el asiento del pasillo te vas a topar con “el culo de hormiguero”.

¡No comprendo por qué no son capaces de ir al baño en sus casas! O en su defecto en la terminal!... pero no!.. estos seres disfrutan del estrecho cubículo carente de oxigeno y de dejar sin oxigeno a todos los demás compañeros de viaje, como si su misión fuera desmayar a la mayor cantidad de personas por kilómetros…

No conforme con esto, el “culo de hormiguero” también suele levantarse varias veces a sacar y guardar cosas del bolso que dejo en la parte de arriba, implicando sonidos de abrojo, envoltorios, cierres, y si tuviera una maraca les aseguro que también la saca y la agita un rato para no olvidarse como suena…

Este ser es generador de mayor antipatía si se combina con las características de otra especie típica: “El morfonis sinimportatus nadis”

Y si el ruido no es suficiente para alterar a cualquiera, invade de “olor a lo que este comiendo” que mezclado con el vaho preexistente, la emanación proveniente del baño, y el aroma axilar de “el que no daña la capa de ozono”  logra, en el mejor de los casos, dejarte casi inconsciente el resto del viaje.

Este ser comienza a manifestar sus poderes luego de que bajan el aire acondicionado, (porque con el viento fresquito que ingresaba y renovaba el asunto ni se sentía!) pero una hora más tarde, la aureola axilar de su camisa color amarillo patito, pasa a ser un naranja Fanta, y al finalizar las 14 horas de viaje deben limpiar de radiactividad el micro unos hombres con traje de astronautas enviados de las fuerzas armadas.

Este dúo parece resistir todos los intentos por ser callados, no las intimida ni que se apague la luz, ni que este la película, ni el “ shhh..” reiterado de… (tuyo) cualquier pasajero noble y común del colectivo que desea dormir…

“El chico celular” debe informar todo lo que vive en su viaje a “no se que persona” entonces resulta importante escribir cosas como: “estoy en el micro”, “estoy saliendo”, “estoy en ruta”, “estoy cenando”, “ya apagaron la luz”, “un tipo con cara de loco no deja de mirarme, parece enojado”… y el infaltable “estoy llegando”…  (Nunca se le ocurrió pensar en que “estoy jodiendo?”)

Estos son algunos de los muchos y variados personajes para el olvido…

Al finalizar el viaje, te preparas para una carrera casi por tu vida… agarras tus cosas y con furia te paras ocho cuadras antes que frene en la terminal, avanzas por el pasillo de manera firme y lateral agarrandote de todo… y pegas una última mirada cargada de odio a todos los ojos que te miran extrañados… bajas las escaleras y no le das el paso ni a la monjita que estaba intentando salir del baño… y de un salto… (¡ahh! ¡Aireee purooo!) Pisas el suelo de la terminal cual primer hombre en la Luna…

Mientras estas abajo, con tu pelo revuelto, medio camino de baba en el cachete y los anteojos de sol clavados para tapar la cara de muerto resucitado, ves el desfile de personajes que tristemente pusieron sus valijas después que vos y las retiran primero.

Entonces, tratas de mantener la poca cordura que te queda mientras las dulces ancianas, el par de loros barranqueros, el señor que roncaba, el “El morfonis sinimportatus nadis”, (que baja comiéndose un último alfajorcito), el que te tiro el café encima, el desagradable con olor a chivo que baja sacudiendo los brazos como quien no quiere la cosa,  el chico con el celular( mandando mensajes) y la familia con el nene que va a upa y te saca la lengua, salen victoriosos de la terminal (antes que vos) y te dejan sin taxi…

Ya con bronca, y sin ánimos de disimularla apretás el boleto para retirar el equipaje,  con el pensamiento de no dejarle ni cinco centavos al gordito que baja las cosas, mientras te muestra, no media, sino toda la raya del culo buscando el ultimo bolso que quedo en el fondo y que por supuesto es el tuyo…

Cuando ves tu bolso (o lo que quedó de el)… te encontras con un montículo descolorido amorfo, molido a palos por todos los demás bolsos cual “bullying bolseril”,  mirándote casi con la misma lastima con la que lo miras a él… como diciendo “yo también tuve un mal viaje”

 

 

 

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