Murialdo Chicaiza

SONETO FINAL

Cuando hayas partido al eterno sueño

y ya no tenga tu tibia presencia

ni tu sonrisa, ni tu duro seño

y abrace fiel, por las noches tu ausencia

 

no sabré si nuestro amor fue pequeño

y si mi alma, al fin, a tu ángel renuncia

si el dolor se convierte en mi cruel dueño

o me pierdo en mi lúgubre conciencia.

 

Pero si soy yo quien parta primero 

a la desintegración que es la muerte

en nuestros recuerdos vuelva a quererte

 

como los días de luz de febrero

junto a la paz, con el fuego y la brisa

desde el rubor de tu joven sonrisa.