En la mesa tú, yo y dos jugadores más. A tu lado un hombre con sombrero Y bastón en mano; Un cambio más en el juego; pido comenzar… Al ver su mano, la mujer sonríe y apuesta todo, Él, toma su bastón y en un parpadeo, todo está con ella. No vemos cartas. No vemos jugadas Vemos sólo como ellos sonríen… Un par de jugadas sin sentido. Sensaciones extrañas. El tiempo pasa… Te tomo de la mano, una sombra aparece Y la luz de la habitación se apaga. Caminamos. Escoltados por los tres nuevos jugadores Y asustada preguntas -¿A dónde vamos? Señalan que callemos. El viejo toma su bastón Y en una nueva habitación nos encontramos. De escalofríos se llenan nuestros cuerpos Y nuevamente, vemos como ellos sonríen. ¡Una sola mano, una jugada bastará! Dice el viejo mientras sonríe. La mujer dice haber obtenido lo querido Y la sombra decide retirarse así nada más. Nos retan a entrar en uno de sus juegos Y de aceptar nos advierten sus peligros. Apostamos ver sus caras, por nuestra felicidad; Aceptan y el juego comienza…
A mi lado una mujer con velo blanco.