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¡Oh, locura de mis deseos!,
que se tornan inseguros mis sesos,
por donde vá y viene,
por donde es amor y calor,
pero, ¿dónde llega?,
la insania demencia,
con el tiempo o con la vida que llevo,
¡oh, mis pecados más dulces!,
que son tentaciones en la boca de Dios,
cuando quizás perdone mis pecados,
cuando no se condona una salvación,
y la eternidad vá de cruz a raya,
de raya a cruz,
de pared y a espada,
en contra la marea,
en contra de principios morales,
en contra la corriente,
pero, vá, sí vá,
la insania demencia,
que se cuece bajo las sábanas,
en esta habitación donde el sol no está,
y por, ende, es tan oscura como dura un centinela…
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