He recogido tus lágrimas
en una urna de cristal
para averiguar tu pena
y devolverlas al mar.
He recogido tus lágrimas
amargas, llenas de sal
que queman sobre la herida
que no deja de sangrar.
He recogido tus lágrimas
ácido sobre metal
que atormentan los sentidos
ahogados en su caudal.
He recogido tus lágrimas
en una urna de cristal
y entre mis dedos se pierden
sin poderlas sofocar.