Pilar Gonzalez Navarro

\"CARA Y CRUZ\"

 

Anoche me pudo tu recuerdo.
Todo lo que en la mañana fue luz,
se cubrió de sombra
al esconderse el sol y por horas,
fue mi rostro paraíso
y pantano para mis lágrimas
que de llorar no paraban, contestando
a mis errores, esos
que en la penumbra se ven más claros
y se amontonan:
“¡Culpa tuya! ¡Culpa tuya!

“¡No te pre- ocupes!
¡Ocúpate! “A mí misma me decía
entre sollozos angustiados.
Pero anoche quise llorar toda mi vida,
en tan sólo una noche,
la noche de “San Reproche”.
De lo que mi perpetuo
cansancio es la causa, mis ojos
desconsolados se juzgaban
culpables y un escozor insoportable,
me hería el alma a picotazos
como si miles de abejas a un tiempo,
por cada error mío,
me dejasen su aguijón clavado
y recordarme así
lo mucho que he errado.

Y después creo, me dormí, rendida
sobre la almohada
empapada de daño no cicatrizado.

Y de mañana, al oír de nuevo tu voz,
pareció que nada hubiera
llorado, que la luz sigue brillando
si una así lo quiere
y con fuerza continúa luchando.
Pero para eso, te necesité,
necesité sentirte cerca
y el abrazo del cuerpo que me ofrece
cuidado, no reconforta el daño.

¡Que hermoso amor el tuyo!
Alborada en mi transcurrir
oscuro en el tiempo, milagro
del que surgiste para acabar
con demasiadas noches
como anoche, desoladoras
y repetidas angustiosamente…

Pilar González Navarro
Enero 2018.