Santiago Miranda

Hijo del síntoma

 

En el país del padre ausente y la ciudad
Que al síntoma declara como único heredero
Coronado de efímeras visiones, punzantes
Dolores en la cabeza del deseo, ardiendo voy
-tal como ella o él, errabundeando, sin fundamentos-

Espina o brasa encandilada, osario irreparable
Funimbulista en el cadalso azaroso de los eventos
Tendiendo la repetición de malestares entramados
Al tiempo de lo crónico y lo irrepetible, la pérdida naturalizada

En esta ciudad carcelaria donde cada reo es a la vez gendarme
Y el motín es la colisión de la angustia en su cuerpo
Carcelario, ¿Por qué vas todo el tiempo cargando
Tus propias leyes implantadas a la fuerza
Y siendo -o dejándote ser- constituido ya por ellas?

Dentro tuyo un ruido murmura por la noche
Una imagen se quiebra a través de los sueños
Y por la mañana no quieres subir a los buses
Ni hundirte en el metro, No quieres cruzar el umbral 
De tu casa. No quieres correr de tu cuerpo, la sábana
¿Sabes por qué? Bien lo sabes, demasiado
Tienes tú del bien y del sistema incontestatario.