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Eres la más refulgente estrella que brilla en el firmamento alumbrando con tu luz los caminos de mi vida.
Contiguo al cielo te encuentras portentosa y delicada irradiando, tus miradas, hechizos de amor que perpetúan tu alma.
Hechura especial de dios, lisonja para la vida, lo más bello, lo sublime: eso eres para mí, incomparable mujer.
Te digo, lleno de orgullo, que dios te ha concedido lo que a nadie es permitido: concentrar tanta nobleza en tu divina persona.
Afianzaste mis sentidos en el camino correcto de la vida…enseñándome a proteger lo amado, con fértiles moralejas.
No tengo con que pagarte; ni, aún, con mi propia vida.
PABEDIZ.