No confíes mucho en mí, cuando escribo
si digo que nada temo si me acompañas
la verdad es que sigo temiendo a las arañas
y a veces me asuela el temor con que vivo
Te he dicho que eres la luz de mis noches
pero a veces es tan fría la maldita soledad
que me hace maldecir tu ausencia sin piedad
y me la emprendo a maldiciones y reproches
y te escribo, y te digo que eres mi risa de día
pero la comida sin ti, sabe a trapo masticado
y en las tardes grises, mi corazón atolondrado
se bebe entera, la copa de hiel y melancolía
Pero no dudes, que mi corazón por ti suspira
y aunque la vida me arrastra en su conciencia
sigues siendo, en el paroxismo de mi demencia
mi más simple verdad, o mi más bella mentira