ventanas postizas
manos inhaladas
rostros despeinados
al borde de la orilla
allí donde concluyen
las conversaciones fáciles
los inquilinos morosos de mediodía
pasean sabuesos de orejas masticables
deleita poner la soledad en cintura
ultimando la maleta del solitario
a ver si suena la flauta
en el ángulo muerto de los viajes leves
perfumes que quitan el apetito
y búsqueda del verbo antiguo
ardido en el otro