El mundo gira y gira sin parar y nosotros,
vamos dando vuelta a su compás
viviendo ante un mal que nos aqueja
que existe, en todo este universo
y casi nadie quiere percatarse de esa realidad.
Porque son, como si fueran seres invisibles
abandonados a su suerte y su destino
y quienes deben y tienen el poder para ayudarlos
se distraen, mirando hacia otro lado
porque no les interesa buscarle solución.
Esos son los niños olvidados, que mendigan,
y buscan que alguien pueda darles pan,
pero no el pan que calma el hambre
sinó, el pan de la esperanza, del amor
y también el de la comprensión.