Alza los ojos al azul celeste, ¡oh, alma de cristal!
y ve que el mundo desde lo alto tiene un monumento
blanco y de sal,
que no admite derrotas si no un canto triunfal.
Risueña va la clásica esperanza, ¡oh, esperanza de paz!
sobre unas alas de querube del mundo celestial,
invisible y sideral,
a guardar en el templo divino, la semilla de fe y de luz.
AUTOR:
DANIEL CALVETI
29-01-2018
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