Uno ama \"tantísimo\" con todo el corazón, lo das sin medida y sin aval. Y aprendes a amar todavía más después de una puñalada, por una sola razón: Darte cuenta de que \"estar enamorado a pesar de todo\" no es sólo una frase enmielada. Pero entiendes en algún momento, todos y todas comprendemos que el límite es esa sensación de muerte continua, persistente, de miedo a ¡tener que romper una promesa! ¡No es miedo por tú vida! ¡No! Es terror a romper esa promesa que te hiciste a diario viéndole caminar por la habitación, esas veces que le mirabas y entre más veías más bonito se te hacía ese amor que le hacía lucir increíble sólo con que tú lo supieras y nadie más, incluso el o ella. Sin importar si ese cariño eterno, infinito, a prueba de todo, era recíproco. Pero nos sentaba tan bien. Que después de una riña, el mundo volvía a sonreirte y la gente no importaba, ¡eras tú contra el mundo! Pero te hacía sentir invencible. Era un \"necesario\" no fue culpa nuestra, la promesa de \"Amarse\" Es de dos. Y la lucha es de ambos. Pero nunca a costa de tus lágrimas y tampoco de las mías. No es justo que tengas millones de sonrisas para dar y recibas humillaciones y maltrato. El amor incondicional es un milagro, y así con su magia acaricia e idolatra, sonríe y te protege -como un dios inocente si existiera-, es lo que tu quieras pero nunca te destruye, no se va si te mueres, se queda a morir contigo aún que no quiera, porque son una misma vida. Pero nunca te mata. No te duele y se va sin darle un beso en la herida. Nunca se queda callado si te ve llorar, jamás te ignora si te ve llorar. Todos llegamos a este punto dónde por fin sabemos que podemos seguir sin remordimientos, con fe en el amor que dimos y que no hizo daño nunca, aún que este vaya muy maltratado, no morirá, porque hemos ganado una guerra.