Escucha vida; escucha aquel triste lamento,
que el viento trae de la llanura a la playa,
tocando las murallas de tu cimientos:
destruyendo uno a uno los cristales del sentimiento,
destruyendo poco a poco ese corazón hecho muralla.
Te maltratará, te esclavizará sin darte ventaja;
te someterá sin poder siquiera defenderte;
crecerá dentro de tí como crece una lacra,
cargarás en tus hombros el peso de aquella muerte:
aquella dulce paloma que un dia juró quererte,
aquella sensible flor que sólo te dió ternura,
aquella que muchas veces fué el desfogue de tus amarguras,
la mujer que aceptó tus maltratos y ofensas pacientemente:
porque su corazón se rehusaba a dejar de amarte,
porque talvez el miedo le impedia abandonarte.
La sociedad hoy te reclama: \"¿Porqué la matastes?;
la naturaleza llora la perdida de su amazona,
talvez nunca confieses tu baja fechoria;
pero si no son los hombres los que hoy te castiguen:
no pienses que su muerte quedará impugne,
pagarás tu crimen cuando el Redentor desde el cielo te juzgue.