Aún presiento mi vida
como regalo de dioses
mi megalomanía obscurece
ante tanta simpatía.
En la ciudad donde vivía
fuí la santa devoción
las mujeres por montón
en un altar me tenían.
Apolo me parecía
un ser algo común,
si yo era un simún
entre todas las mujeres.
El alcalde me pidió
para reforzar su candidatura
una pose varonil
así ganar la magistratura.
Mis mejores pergaminos
en la academia escultural
medallas y copas de vino
fué para mi lo normal.
Mi vuelo tan alto se alzó
que guié a un cóndor andino
y un serafín me siguió
pensando fuera su destino.
En la noche mas obscura
un ángel me dió su luz
a Dios le mandé un recado
porque mando otro Jesús.
Y aqu´ me tienes tú
en mi modesta biografía
pensar que por el deseo
contigo la sacrificaría.