Perdone usted, señora, por estas letras
que, quizás, jamás lleguen a ser verso,
perdone mis ganas y el tequila en exceso.
Pero, ¿cómo sacarla de mis sueños?
si la humedad jamás tuvo tanta fiesta,
si mi adolescencia ha quedado detenida
en sus cuarenta.
Es que usted, sabe cómo encender la aurora,
risa de miel y cuerpo ardiente
maldita perfección angelical,
fina piel que jamás tendré en mi alcoba.
Sí, la sueño, quiero hacerla mía,
arder el cielo de tanta lujuria,
beber de sus pechos, morir entre
piernas, al ocaso, agotados, sedientos.
Perdone usted, señora, este profundo deseo,
silencio que llevo dentro al gritar su nombre,
estas ansias, de ser pecado y hombre.
KIRON