Un día encontré frente al mar,
unos zapatos de cuero gastado
Dejados en la arena, olvidados.
Habían tal vez, una vez, ayer
caminado por aquel muelle imparable;
Paso a paso, tallaron sus suelas
Paso a paso, hasta llegar a la orilla quieta.
Hoy me siento.
Los granos de arena gimen
y le suplican al viento,
por risas pasadas cargadas
en las brisas del recuerdo.
Y sentado entre granos humedecidos
por la animada y compartida espera
de aquella efímera tormenta,
me encuentro con pies descalzos.
Mañana…
Me pondré los zapatos-
mis zapatos.
Y dejaré de escuchar el viento
que se ríe de los inútiles lamentos
de la arena que corre y corre
hasta envolver el camino
que me llevará al mar abierto.
Tal vez, una vez, ayer
el viento y el mar se unieron;
subían, caían, torcían
los granos del tiempo revuelto.
Tiempo…
¿Porque no recuerdo?
Aquellos momentos hundidos
En la arena que bajo mis zapatos,
revuelco.
El día se despide en el horizonte;
Nubes negras bailan,
Un último vals sombrío.
De huellas en la arena,
Olores, colores, sabores,
se forma un río.
Se pierde...¡Se pierde!
En la ola del olvido.
Ayer…
Aquella tormenta final vino.
Agua y viento abrazaron la playa
La envolvieron; mis zapatos y yo,
En el mar quedamos hundidos.
Revolcaron los granos, borraron mis pasos,
hasta dejar una playa virgen
donde caminará otro
con zapatos nuevos, revestido.