Que negligencia tiene el destino
al controlarme a cada hora
se cree con el poder de dirigirme
cuando estoy despierta y me honra.
Cree que no puedo sanarme
cuando he curado mis heridas
sin pastillas, ni conservantes
y continuo sin anestesiarme.
Que negligente es el destino
que quiere inmortalizarme
pretende que llore mi vida
sin rasguño ante la muerte.
Tengo tan pulido este ego
que el destino será infeliz
porque ante él no me doblego.