He vuelto a recordar todos aquellos momentos entre tú y yo,
Cuando el universo y el tiempo
Se unían para dar paso a nuestro amor Sátiro y agradable,
Ninguno de los dos destrozó la muralla de hielo que nos separaba
Y como dos seres humanos desesperados tu y yo
Nos separamos destinados a olvidarnos
Y conservar los únicos momentos indiferentes que teníamos
De nuestras vidas. El amor que nos teníamos era eternamente grande
Como el cielo en la noche estrellada que pinta los rayos
De esperanza de nuestras conciencias, o
Como el último suspiro inevitable que tenemos de nuestras vidas,
Así te fuiste desvaneciendo en el aire de la distancia.
Nuestros momentos eran flores repartiendo pétalos y desgastando
Las espinas que se encuentran en el nudo de nuestras gargantas,
Y este amor nunca se concretó, Nos hizo falta esa fuerza omnipotente
Que nos ayudara a unir nuestros labios
Para así poder llegar de una vez por todas al clímax de nuestro cielo
Infestado de olvido, donde tú y yo, solo tú y yo podemos vernos
Y desgarrarnos nuestros ojos con las miradas que siempre nos dimos.
Maldigo el momento en el que nos miramos, y nuestros labios eran imanes
De lujuria que nunca pudieron decir la verdad de lo que sentían.
Y cuando la miraba, ¡dios mío! la brisa de su pelo desbordaba la esencia incorregible
De ángeles despreciados y demonios subterráneos
Amándose unos a otros, imponiendo su amor fermentado de dolor he imposibles.
Este es el último verso que te escribo, si algún día estas letras llenas de arrepentimiento y dolor
Pasan por tus ojos llenos de alegría, recuerda que siempre estaré contigo.