(cuento nocturno)
Tirsis: Érase una vez
una linda
marquesa de blanca tez
y labios que de la guinda
su terso color tenía:
Lindamira, la marquesa
(dicen, prima de Harmonía),
la de labios de frambuesa.
Tiene un sueño
la marquesa Lindamira:
que el risueño
marqués por quien suspira
con su lira
se presente a su ventana,
y a la luz de la mañana
con voz fina y temblorosa
dígale: \"Mi soberana,
para ti mi blanca rosa\".
Por tal sueño pide y reza;
su tristeza
no tiene alguna medida.
¿Dónde está tal serafín?
¿Dónde está el apolonida
marqués? ¿En qué confín
batalla? Mientras, se seca
el jardín
de la fina aristocracia,
y Lindamira
en su rueca
suspira y mira
hacia
su encantada biblioteca.
Es la noche, y la marquesa
luego posa su azul vista
en la entreabierta ventana;
mira, presa
de nostalgia, la amatista
estrella de luz pagana.
Y ésta buena le presagia
la ventura,
y Lindamira una magia
de ternura
siente en su blanco corazón.
Una anónima visión
sobreviene de embeleso,
venturosa y halagüeña:
que el marqués apolonida
le convida un dulce beso...
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La marquesa ahora sueña,
la marquesa está dormida...