Tenía razón la prisa de la tarde
Donde un instante parecía un soplo sin aire
Donde el silencio latente, era más silencio si cabe
Tenía razón el tiempo, fue tu boca con su lengua insaciable
De gramática imperfecta y cobarde
La que pudo con la melancolía cuando nos cruzamos en la calle
Por eso perdono al tiempo, porque el tiempo no lo sabe
Sólo corre detrás de sus sueños
Pero nunca les da alcance
Allí se quedaron secos los segundos, los instantes
Como un otoño que aniquila a las hojas del sauce
Debía de hacer calor en la casa
Cuando los recuerdos empezaban a amontonarse
Pero dijimos adiós al más mínimo detalle...
José Antonio Morante