gusto, manantial oscuro,
donde tus besos dormirán
para siempre,
y los cristales de su azúcar
serán eternos,
mis manos, mi tacto,
perpetuamente
serán esas aves que con sus
alas suaves volaron sobre tu cuerpo,
que hicieron un nido
de cada uno de tus poros,
y mis ojos,
ojos que no me sirvieron
hasta después de tu luz,
por que antes de mirarte
vagaron por el mundo
como un perro ciego,
en cuanto a mi audición
puedo decirte
lo que siempre te digo,
que ese sutil hilo sonoro
de tu voz es el único medio
para encontrar el fin del universo,
y tu aroma,
hay¡ tu aroma,
vaho tibio de rosas,
de selva húmeda,
que llevo impregnado en la corteza de mi alma,
yo reconocería ese aroma
de entre todas las mujeres del mundo,
por que es el unico que cuando lo respiro
me hace arañar un poquito de cielo.