Había sufrido una crisis por noche
Durante sesenta madrugadas
Tenía la ojera llena de rostros
Y apenas fuerzas para quejarme
Moderadamente
Del estómago que estaba sano
Y después de votar para que ganara el socialismo
No pude conocerte
Porque el aire llevaba puestas orejeras
Y no te oí
No obstante en unos días
Te encontré para ser preciso
Nos presentamos brevemente
Fue cosa de decir tu nombre
Que ya sabía
A cambio de incertidumbre en tus ojos
Fue cosa de que ignorases mi presencia
Hasta que viste unos globos de colores
Fue cosa de que intentaras saltar al vacío
Sin arnés
Pero con alas que no había visto jamás
Para que al marcharte
Cuando aún era tempranísimo
Con una rosquilla envuelta en azúcar
Me diera cuenta de que
Ni sesenta crisis
Ni sesenta madrugadas
Ni todo el capitalismo junto
Eran tan importantes como volverte a ver