Bellísima, nívea, brillan sus ojos
a la luz y su parpadear,
no hay de lágrimas un atisbo,
ha de ser que ya están
en la comisura de una boca
retocada por la edad.
Triste ilusión de miles de estrellas,
efímeras y distantes las ha visto pasar,
ausentes en el día
e imperantes por las noches,
quizás no fueron romances,
sino tan solo decepciones.