Aúlla el hambre de tanto lobo
y nunca nadie mordió a la luna.
Así la noche, mece en su alma, secretos de sangre que no es.
Como no imaginarme otro,
en este cielo negro, en esta ciudad vacía
mi canto de sol y de pueblo
mudo deshabita
quien soy.
Después de tanto, jamás de todo,
he despertado vivo, en la mitad de mi muerte.