alupego (Ángel L. Pérez)

DAME TUS OJOS NOBLEZA

 

Esa mirada trasmite,
aquella paz interior.
La paz que da la nobleza.
De un ser vivo superior.

La que mira con limpieza,
de mente y de corazón.
La del niño en su pureza.
La del que salva otra vida,
sin un ápice de egoísmo.
Derramando su grandeza,
olvidándose de el mismo.

La niebla ya se diluye,
de los ojos del que mira.
Cristalina la retina,
se desnuda ante la vida.
Reflejando las esencias,
de sus verdades más íntimas.
Y de toda la belleza,
que se alberga y no se ve.
En el fondo de su sima.

Esos ojos que cautivan.
Esa mirada que obliga.
La que sabe, que quien mira.
Condena o pide perdón.
Perdón,
por no merecerla.
Perdón, por no responder,
a su exquisita belleza.
Condena, si no refleja,
la bondad que quiere ver.

Mira al fondo.
Más allá.
De las fronteras humanas.
Allí donde nace el Sol.
Y la verdad se derrama.
Donde se funden los sueños,
con la imagen del amor.
Donde la mirada encuentra,
los ojos del corazón.
Donde viven las esencias,
de las mejores conciencias.
Donde la sombra es la Luna.
Y su reflejo es la cura,
que atormenta la razón.

Dame tus ojos nobleza.
Que quiero sentir por dentro.
Las luces de tu belleza.
A. L.
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