Transcurrieron los años
en esta soledad frustrante.
En mi pecho se marchitaron
los sueños de aquel amor.
Lo creía con fervor.
El pasado era un presente,
una forma de lograr subsistir.
Donde no había un tú.
Entonces te olvide,
deje de lado tus mejillas, tu vida.
Arrumbé en mi biblioteca
sobre mis libros de dolor,
dolor humano, de verdad,
todas tus formas.
*
Volteasté en esa calle rota.
Casas vacías,
repletas de monotonía.
Formaron una imagen
donde justa encajaste,
con tus complejos banales;
sin color.
Posaste tu corazón
en mi mirada milimétrica.
Observe petrifícado cada uno
de esos bellos defectos.
En ese choque de corazones
sentí lo que en años me faltaba.
Un rechazo que sólo tú
en tu presencia me regalas.
*
Veo un cielo rojo
plasmado en arreboles.
Sólo veo tus labios,
imagino que los derramo
en los fragmentos
impuros de mi alma seca.
Camino sobre esta tierra
tratando de sentir tus huellas,
imaginando que me hablan,
que hay un lenguaje oculto
donde se guarda un “te amo”.
Observo las llamas de la vida,
la musicalidad con que se mueven
los pocos que aún disfrutan.
En estas paredes de desasosiego,
donde el trabajo es dinero,
el tiempo es dinero,
la vida es dinero,
tú, dinero.
Yo, nada.
Yo, en la locura de vivir sin tiempo,
varado en un rincón de la vida.
Guardo paciente la venida de tu cuerpo
con los colores ocultos de tus sentimientos.
En esos matices que me faltan.
En esos trozos que me arman.
En eso que fuiste, que olvidas, que guardas.