Como me gusta la vida
esta vida tan vivida
son las cosas más sencillas
las que siempre he recordado, con cariño, melancolía y ganas,
ganas de seguir viviendo.
¡Oh! como añoro las ahogadas río de la bajada,
río de la corriente, fuertemente nos alaba,
sin embargo nuestra fuerza era más que la corriente,
agua pura de cristales, río de la bajada.
Lado a lado matorrales hechizados
dulcemente callados,
con su frescor invitaban a la niñez a retozar sosegada.
En el medio playitas y playitas
piedras y piedras,
como ojos asomados
al cristal de las miradas,
mujeres y mujeres,
a sus lados sus jagüeyes
desaparecían natas de arco iris
con totumas de las buenas,
cristalina era ella, dulce y puro manantial.
Rolletes y ollas montadas
en sus cabezas no pesaban,
iban dando pasos la una la otra, para subir ahora,
lo que era la bajada.
Los chiquillos con ollitas llenas de agua,
que al llegar a sus casitas,
solamente les quedaba las gotitas cristalinas
del jagüey de la bajada.
Estas cosas tan sencillas mujeres, niños y ollas,
viven siempre sin vivir sin que nadie las atice.
¡Oh, bienaventurados tiempos aquellos!
permanecen muertos y vivos, por la sombra y la memoria.
Por eso sigo viviendo, por eso sigo muriendo,
hasta morir y vivir con ellos.