Me acontece en otoño
casi a final de junio en el ocaso,
de pinos sin retoño
que me asolan recuerdos, por si acaso.
Tu voz, amado niño, del ambiente;
apenas un susurro...
Bellas brisas de aromas
que tiemblan, de repente.
Me parece que escucho ese murmullo:
plenos de mil candores,
con pájaros cantores,
del misterioso tiempo.
Es un tinte de luz, en la penumbra.
Un beso que a destiempo
tan fugaz se vislumbra.
Hijo Amado , mi bello querubín
que con tus verdes ojos
quedaste en mi regazo.
No estás y lo aseguro
en donde pongo flores ...
Me sostiene la vida de tu abrazo,
y el viento que golpea en lo oscuro
cuando desde una lágrima trae resplandores.-
Amalia Lateano