Moaa

Las noches en que el infierno ardía

Ha llegado un infierno a mi ciudad, las ventanas abiertas, sólo veo como las cortinas se abalanzan, el aire está caliente, es un infierno... El pueblo chico se ha vuelto lo que es, un horno.
          Los perros ladran como llamando al ser supremo que se apiade de todas nuestras almas, esto que siento no es normal y solo en noches como esta donde el aire quema, no puedo levantarme de donde estoy pues… todo parece estar insoportablemente acalorado.

Sólo puedo contar lo que siento en las noches pues en el día la lluvia y las sombras hacen más soportable el clima, el lugar en el que estoy siempre huele a rosas y flores frescas que todos los días ponen para que de vida al lugar, mucha gente viene a caminar y hasta algunos extraños también depositan flores, es un lugar tranquilo para muchos pero no entiendo porque la mayoría se preocupa de estar aquí… Nunca lo he entendido.

Siempre tengo visitas y las recibo con alegría, me encantan las flores amarillas, y mis seres queridos procuran traerme como regalo, a manera de buena anfitriona los recibo, me gusta (debo admitirlo) escucharlos y que me cuenten su vida, que me tengan en cuenta, me aligeran los días, hacen de este lugar mágico para mí.

A veces ante su desahogo, lloran y los trato de consolar aunque a veces no lo logre, la vida se debe de valorar les digo, pero casi nunca me hacen caso. Como todas las personas que vivimos solas, en días importantes hay muchas más invitados para festejar… como el día de mi cumpleaños, santoral, día de la independencia, navidad, año nuevo, día de muertos y últimamente el aniversario de mi mudanza.

Esta última situación me conmueve pero me divierte ya que las situaciones me orillaron a mudarme, pero fue para bien, a veces me dan ganas regresar pero no creo que eso sea posible… a veces donde vivo escucho pasos extraños en la azotea.

Pero en noches como esta me arrepiento de mi decisión y cuando el último pájaro termina de trinar, el infierno empieza a arder, me desespero, trato de recogerme el cabello y ni así, trato de conciliar el sueño, todo está en silencio, lo único que me calma es el olor a flores frescas de mi casa con eso me basta, duermo poco y vivo mucho aunque suene difícil de creer.

La misma rutina y en serio, descanso cuando nadie me visita, es un respiro (aunque suene cruel) no enterarse de la vida ajena y lo peor sentirte impotente para solucionar las cosas, el olor a flores de los vecinos compensa mi falta de aroma en mi lugar.

He escuchado que pronto terminará la ola de calor que es lo que causa este sofocante clima, varios amigos me ayudan a limpiar mi nueva casa, trapeando, barriendo, dejando las flores caídas a un lado para depositarlas en la basura.

A la que más extraño es a mi madre, no sé porque le sorprendió la noticia de mi mudanza si todo determinaba que tarde o temprano iba a pasar, es la que menos me visita pero la guardo en mi memoria como la gran mujer que me apoyo siempre, eso les digo a mis parientes que la ven seguido que le recuerden que no la he olvidado y necesito escucharla cerca de mí porque la amo con toda mi alma.

Según las noticias esta debería ser la última noche del insomnio derretido por el estúpido calor que no deja descansar en paz, he de admitir que prefiero el calor que el invierno pues mi casa se vuelve un congelador y las flores se queman, pierden su olor, las visitas se cuentan de a poco, es la temporada de la soledad para uno.

Mi casa solo tiene una ventana pequeña y dos cortinas igual de pequeñas, está hecha de madera pintada de color mármol, como lo he mencionado muy fría en el invierno y hasta cierto punto tolerable en la temporada de calor, hay un solo cuarto, el mío… una casa demasiado pequeña pero aquí he estado desde que mi enfermedad avanzó una tarde de otoño del año 2011.

Cuando me visitan al principio todos lloran, yo creo por verme en el estado en el que me encuentro, pero después se les pasa, saben cómo me gustaba cantar con los mariachis y cuando es mi aniversario de mudanza nunca faltan, siento como bailan y me contagian de vida, vida que ahora anhelo tanto.

Amaba festejar cuando tenía salud, cuando me diagnosticaron lo que me llevó a alejarme de mis seres queridos tenía 23 años… tres años después todo me orilló a vivir aquí.

Pero esta noche que será igual de larga como las anteriores me pongo a pensar, que las ventanas no están abiertas, las cortinas no se están moviendo… todo lo estoy imaginando, decir que estoy en el infierno es un decir porque realmente no sé lo que siento pues estando ya varios años aquí me cuesta comprender que no soy la misma.

Y es aquí donde me cuestiono porque la gente se arrepiente más de la muerte que de la vida, si en la existencia se pueden solucionar las cosas, por más bobas que suenen, como este calor… Qué  yo estando en la misma posición años en una caja de madera y un epitafio sobre mi morada no pueda calmar esta angustia superficial, pues escuchar que me hubiera podido quedar más tiempo, que mi pérdida fue repentina tras un diagnostico fatal… Ahora si me traen las flores amarillas que en vida nunca vi, ahora si me cantan con mariachis las canciones que en vida nunca canté, ahora si me dicen que me aman, cuando me tenían frente a frente hasta insultos escuchaba… Ahora si me visitan, aunque no se los ruegue.

Y ahora que lo recuerdo en este campo santo, no hay columpios ni parques cerca, pero aún escucho que se balancean, la muerte hace que uno enloquezca… pero por fin estoy sintiendo que puedo descansar y esta vez para estar en paz.