Alexandra L

Madrugada

 

Que hermosa la madrugada
entre la niebla y rocío
suave murmullo del rio
en la profunda cañada.

En la ladera empinada
el monte umbrío reposa
y se estremecen  frondosas
las hermosas siguarayas.

El viento en la guardarraya
acariciante se ensaña
en levantar las enaguas
a las palmeras danzantes.

Y llega casi punzante
el fuerte aroma a café
y  viene anunciando
que el alba asoma su cara.

Tras la montaña lejana
el cielo se torna rosa
y un rayo tibio y dorado
entre las nubes retoza.

Todo el campo y su belleza;
cálido pecho desnudo
magia de vida y futuro
que late bajo la tierra.

Volar puede el corazón
en la inmensidad del campo
cual mariposa de encanto
libando de flor en flor.

Siente el alma el resplandor
que refleja como espejo
y  suspirando a lo lejos
le escribe versos de amor.