¡Qué lindo cuando les cuentes,
satisfecha y orgullosa,
a vecinos y parientes
que pronto serás esposa,
y muestres a tus amigos
como si nada pasara!
Que si te vieran conmigo
te pondrían mala cara.
Porque él es un buen muchacho
y no te traerá reproches
ni te llamará, borracho,
a las doce de la noche.
Se lo podrás presentar
con orgullo a tus hermanos,
que te querrían matar
si te vieran de mi mano.
Podrás hacerlo tu dueño
sin miedos ni desbarrancos.
Y vos le darás su sueño:
el digno Vestido Blanco.
No te escribirá poesía
ni verás la madrugada
cumpliendo tus fantasías
en la vida o en la cama,
ni tendrás más la bohemia
del hippie trasnochador.
Serás una chica seria.
Aunque no tengas mi amor,
tendrás lo que vos soñaste:
una relación normal,
la familia que deseaste,
y la aprobación social.
Porque él es un buen partido,
no una relación secreta,
ni un actor desconocido,
ni un remedo de poeta.
El amor… es un detalle.
Es mucho más importante
que no te vean por la calle
con un insignificante.
Y conforme el tiempo pase
ya la rutina o la edad
irán llenando el envase
de cierta… felicidad.
Y cuando seas viejita
le contarás a tus nietas
que cuando eras señorita
enamoraste a un poeta
que te amaba como nadie
antes ni después te amó.
Y pensarán, por tus aires:
La bobe no lo olvidó.
Tus ojos, por la ventana
buscarán la lejanía
y recordarás mi nombre
y sabrás que me querías,
y preguntarás por qué
dejaste de ser mi novia.
Dirás ¿Por qué no tomé
el camino de magnolias
y me fui por otro lado?
Pensarás “Ahora ya es tarde”
Y, recordando el pasado
te reputarás cobarde,
creerás que te equivocaste,
pero eso no será cierto.
El camino que tomaste
es el camino correcto,
porque él es un buen partido.
No una relación secreta,
ni un actor desconocido,
ni un remedo de poeta.