ALVARO J. MARQUEZ

NO OLVIDO

 

 

“…y sólo muriendo te podré olvidar, pero eso también puede ser incierto;/ pues cuando ya me estén sepultando y veas mi cuerpo extendido,/ tú tendrás que pensar que estás en la mente del muerto,/ que no te sepultó nunca en su olvido”.

 

…porque el olvido nunca fue una opción,
era vernos y amarnos la hermosa ilusión
que ese día 13 nos impulsó a buscarnos.
Yo ya iba preparado, me sentía muy bien,
llevaba mis sentimientos… ¡y tú también!
Eran ellos todo lo necesario para amarnos.

 

Esos primeros besos fueron dados con furia,
hermosa y muy intensa antesala a la lujuria
que unos minutos más tarde nos atraparía.
Era como el capítulo crucial de este cuento,
ambos sentimos que llegaba el momento…
para nosotros había llegado por fin el día.

 

Ya eran muchos los “te amo” dichos de lejos,
deseábamos estar cerca y sentir los reflejos
de nuestro cuerpo al tocarnos y abrazarnos.
Era tanta la presencia en nosotros del amor,
que se redujo al mínimo el margen de error;
simplemente ya no podíamos equivocarnos.

 

Verte desnuda fue divinamente alucinante,
despojada de todo, sin timidez paralizante,
en hembra ansiosa te me habías convertido.
Ese día sin dudas para amar estabas hecha,
ya sabíamos que para tan importante fecha
nunca estaría planteado para nada el olvido.

 

Por eso hoy, ya pasado el tiempo, te escribo,
porque el recuerdo dentro de mí sigue vivo
y nada mata ningún recuerdo que sea infinito.
Acudimos emocionados ese día a nuestra cita
y si Dios la alegría de recordar no nos la quita,
recuérdame con emoción, yo menos te la quito.

 

No olvido pues olvidar para mí prohibido está,
yo entré a tu alma y tú a la mía que desde ya,
me lleva a sentir tu esencia en mis adentros.
Si acaso hay alguien que traza nuestro camino,
vamos hoy a pedirle que incluya en el destino
la bendita posibilidad de revivir esos encuentros.

 

Cada uno tomó una dirección, otro rumbo…
y a veces ante la tristeza y nostalgia sucumbo
y debo admitir que a ratos, me siento perdido;
pero aquí está, en mi alma y en mi memoria,
ese capítulo tan hermoso de aquella historia
que quizá tuvo final… pero nunca tendrá olvido.

 

Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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