Los poetas cuando se alejan
producen grandes congojas,
con un eco que suspira y nos dejan
entre el crujido de marchitas hojas.
Son sus sombras que se quejan
en la intersección de la consciencia
donde quedan retenidas y no se alejan
gritando fuerte su gran ausencia.
Solo gotas de un llanto dolorido
brotan de los ojos angustiados y vacíos
que van a sus poemas sin olvido
para extinguirse en un sendero sombrío.
Recordando esas ilusiones suspendidas
cuando formaban palabras en sus vuelos
mientras transmitían sus caricias desprendidas
sobre la bruma de sus traslúcidos velos.
¡Adiós amigos poetas, ya retozan en el cielo!