Entraste sin que nadie te invitara
visita recurrente
sin que nadie te pidiera que me trajeras vino
que dijeras Lo Siento a cada rato
que me ofrecieras calor en este invierno.
Pero flotas en el escritorio cuando leo
y olfateas mi humedad en los libros antiguos
haciendo tachaduras en mis papeles íntimos
destrozando sin piedad estos poemas.
Te apoderas de todas las plomadas
y me obligas
a sentir en los aleros los aleteos del viento.
Me recuerdas por encima del hombro
todas las frases negras
y me siembras otra vez el desaliento.
Asombrado me pregunto a qué viniste
las puertas estaban clausuradas
hace tiempo que nadie me espiaba
por encima del hombro
pero empañas las ventanas con tu aliento
y te empeñas otra vez en criticar mis jugadas
en llevar con el zapato los compases
de mis silencios largos
en decir que soy muy suave
que no tengo tiempo para nada
y otra vez me llenas la cabeza de preguntas.
Ya sé que esta historia se repite
ya me pasó en otro invierno
sé también que cuando salga de la casa
te quedarás adentro
y cuando vuelva
comerás en mi plato
usarás mi escritorio
vestirás mi pijama
dormirás en mi cama
y sé que todo quedará como si nada pasara.