Hubo una vez un ave
Que se quiso convertir en aire
Pero el cielo y su resplandor
Le desbordaban pavor
Después quiso ser lluvia
Pero sus alas no la dejaban caer
Lo que la lleno de duda
Y sus lágrimas volvieron a aparecer
Su llanto la impulsó a seguir soñando
A no dejarse vencer
A seguir con sus alas volando
Y a nunca desfallecer
El mundo seguía girando, sin importar su malestar
Sin importar su dolor, que nunca captó su atención
Ya que solo sabía volar
Y con ello perdió la razón
Miró un día un río plagado de peces nadando
Y le pareció peculiar
Que entre tantas aguas buceando
No se pudieran ahogar
Le bastaba su simple presencia
Que cada vez se entristecía
Aun que anhelaba esa dulce clemencia
Que un día sus alas teñía
Vuela ave sin parar
Que para eso mismo naciste
Deja ya de llorar
Que nunca penas tuviste
Un día conoció a otra ave en el río
Pero parecía un tanto diferente
Tenía un pasado sombrío
Pero seguía siendo imponente
Aunque nunca estuvieran al lado
Su existencia maravillaba a la otra
Y luego de haberlo pensado
Su vuelo ya habían zarpado
Un día su compañera perdió sus alas
Y volar no podría jamás
Le dolió tanto perder sus alas
Pero hacer ya no podía más
El ave volvió a su nido, y comenzó a meditar
Pensando que a su compañera no podía dejar
Y entre lágrimas y tormentos volvió a aquel lugar
Junto al río que tanto ha llegado a amar
Encontró al ave herida, volviendo a aquel pasado
Y decidió por si sola igualar su condición
Ya que alguna como ella nunca había encontrado
Prefería estar en tierra, sin motivo ni razón
Con su pico arrancó sus alas, y por ello mucho sangró
El dolor era pasajero, pero aquellos momentos no
Que desde aquel día sin saber
Su corazón, volvió a nacer
Vuela ave sin parar
Que para eso mismo naciste
Deja ya de llorar
Que nunca penas tuviste
Vuela, ya no en los aires, más si en tu pensamiento
Que cierra tus heridas y calma el sufrimiento
Vuela ave sin parar, calma tus lamentos
Lo que un día quisiste, está contigo en este momento
Ya no importa el agua, ni tampoco importa el fuego
No importa la elegancia, que enalteció tanto tu ego
Ya estas donde querías, entonando tu canción
La apariencia no importaba, importaba su corazón.