No recibo la correspondencia
de las cartas que te escribo.
Llevo semanas esperando detrás de la ventana
mirando la textura y el tamaño de mis lapiceros:
gruesos, alargados, finos
cascados por las usadas y por mis dedos.
Y te sigo esperando
posponiendo el tiempo.
Y siento que inopinadamente se ha pasado
el otoño, y el verano y todos los fines de semana
pero no,
sólo siete días transcurrieron.
¿Cuándo decidirás por fin,
responder una a una, todas mis cartas?
¿O mejor aún, ver en la parte inferior la dirección
y tocar la puerta de mi casa?
Pienso:
toc, toc.
Así no suena una puerta.
Y ninguna que antes haya tocado.
Me pican las moscas y acaricio las abejas.
A las tres de la mañana desayuno.
Alguien ha tocado mi puerta.
Así no tocas tú y en medio del campo sólo vivo yo.
La oficina de correspondencias está a diez kilómetros.
Loco
volviendo
está
me
amor
tú.