Te fuiste un día como una brisa de angustia.
Con el dolor amago de un grito sin voz.
Y la distancia se alineo presurosa y cómplice
con los crueles minutos de un tiempo de ausencia.
Y se quedó en la aurora tu eterno recuerdo,
sembrando esperanzas y regando lágrimas
por las esquinas de las horas más lánguidas
como abono temprano al retorno de tu amor.
Ahora estás aquí...nuevamente...suspirando ternuras.
Derramando por tus ansias el aroma de tu piel.
No borró el espacio cruel de la lejanía tu albor temprano
ni el destello sosegado de tu ser se apagó en tu ausencia.
Y se encienden por mis venas los reflejos de amarte.
De volver a beber de tu nectar...dulcísima hermosura,
cual mieles que endulzan lo amargo de tu ausencia.
Y te vuelvo a querer como la vez primera.
Leonardo Henrricy Santiago
(Leo Henry)