EL COPO
Los marengos malagueños
con el “copo” trabajaban
siempre llegaban risueños
y algunos hombros sangraban.
Las eslingas abrazaban
aquellos brazos de hiel
con la rabia que tiraban.
Siempre calado el sombrero,
con la espalda maltratada
por la boga, lo primero,
la red y arrastre salvada.
Los “cenachos” preparados,
para venta a las vecinas,
poder vender los pescados.
¡¡Ay!! qué miseria de vida
en un catre pernoctaban
toda la sangre tenida,
todos a la vez soñaban.
Allí, junto al rebalaje,
en la chabola de playa
y casi a penas ropaje.
Roberto J. Martín
Febrero 2018