Te espero sentado
frente a un pozo negro
que no deja sombra.
Yo te espero estático,
dejando crecer
la yerba del suelo.
Aunque te resulte
este verso incómodo,
veo necesario
ser algo distinto.
Si algo dice el tiempo
es que todo cambia
y quizá no sea
una cruel locura
alargar mi espera.
El pozo se seca
y la yerba crece.
He llegado a ver
poemas peores;
los inacabados,
otros del olvido,
consumidos sólo
por la soledad.
Sin embargo quedo
con sabor amargo
desde el primer paso,
no el de escribir todo
sino el de observarlo,
ver cómo empeora
sin nunca poder
borrarlo por miedo.
Esperé encontrar
un final temprano,
que durase poco
y no molestara
pero sigo aquí
con los pies en yerba
frente a un pozo oscuro.
Aunque no haya ritmo
y solo desidia,
aunque no haya voz
y solo silencio,
en estos renglones
que viven torcidos
dejé mis palabras
sin recordar vientos
que versos se llevan.
Pero hoy veo el pozo
con serenidad,
tristeza y nostalgia;
por la yerba veo
un distorsionado
cielo de zafiro
que no me recuerda
más que olvido y pena
con unos poemas
que nunca llegaron
para ser leídos,
simplemente fueron
parte de la sombra.