Como un campo de batalla,
por doquier desperdigados,
yacen yertos, desangrados,
cuerpos que el calor acalla.
Restos de sangre y metralla,
llevan la sien y el costado;
de aquel verdor, ya pasado,
-que la misma parva niega-,
resume el tiempo en la siega:
de octubre a mayo, agostado.
Gonzaleja