Fabricio Terán

Ajuar

Primer amor… que no fuiste el primero

y, sin embargo, bien sé

que no te olvidaré…

Porque te quiero;

tanto que, en mi vida

no hay cabida

para otros amores.

 

Antes de conocerte

mis calendarios se inundaban

de aflicciones y dolores

y mis horas lloraban;

y hoy, gracias a ti, solo recibo infinitos dones:

 

la hermosura de tu ser… un festival de ternura

que sana el corazón;

tu sonrisa, llena de flores,

que me lleva hacia una dimensión

de frecuentes caricias… Recinto de poéticos soles

acuartelados y poemas delicados,

como festejo de diminutos girasoles…

 

¡Qué tienes, amada, en los ojos!,

que me remontas al cielo cual ente sagrado;

avivas mis despojos;

y; desatas las ataduras del desespero…

 

Y a ti viajo en un beso volado,

llevándote bombones almendrados,

principalmente en febrero;

aunque la comunidad de nubes eche raíces de oscuridad

y triste lluvia,

tu cariño santo me alumbra

como el más bello fanal.

 

Oh, emperadora sublime de mi alma,

duradero rosedal

que nunca inverna;

esperanza sensual…

Paraíso donde se anhelan

todas mis partes… Liturgia de besos a prueba

de olvido;

símbolo de pureza sin medida…

Mi otra mitad… ¡LA MEJOR!

 

Tu presencia, la celebran todos mis días,

inclusive los del ayer…

Porque eres una mujer

tan fascinante que me copas los sentidos

de ambrosía…

E imagino conocerte

desde siempre…

Y después de ese momento delirante

siento… Que te quiero más de lo que me cabe en el pecho…

Y no quisiera estallar,

como un matrimonio de pompas suicidas,

sin primero darte el ajuar

de besos que guardo… Para tu soñado lecho

y tu fragante piel, querida.