Primer amor… que no fuiste el primero
y, sin embargo, bien sé
que no te olvidaré…
Porque te quiero;
tanto que, en mi vida
no hay cabida
para otros amores.
Antes de conocerte
mis calendarios se inundaban
de aflicciones y dolores
y mis horas lloraban;
y hoy, gracias a ti, solo recibo infinitos dones:
la hermosura de tu ser… un festival de ternura
que sana el corazón;
tu sonrisa, llena de flores,
que me lleva hacia una dimensión
de frecuentes caricias… Recinto de poéticos soles
acuartelados y poemas delicados,
como festejo de diminutos girasoles…
¡Qué tienes, amada, en los ojos!,
que me remontas al cielo cual ente sagrado;
avivas mis despojos;
y; desatas las ataduras del desespero…
Y a ti viajo en un beso volado,
llevándote bombones almendrados,
principalmente en febrero;
aunque la comunidad de nubes eche raíces de oscuridad
y triste lluvia,
tu cariño santo me alumbra
como el más bello fanal.
Oh, emperadora sublime de mi alma,
duradero rosedal
que nunca inverna;
esperanza sensual…
Paraíso donde se anhelan
todas mis partes… Liturgia de besos a prueba
de olvido;
símbolo de pureza sin medida…
Mi otra mitad… ¡LA MEJOR!
Tu presencia, la celebran todos mis días,
inclusive los del ayer…
Porque eres una mujer
tan fascinante que me copas los sentidos
de ambrosía…
E imagino conocerte
desde siempre…
Y después de ese momento delirante
siento… Que te quiero más de lo que me cabe en el pecho…
Y no quisiera estallar,
como un matrimonio de pompas suicidas,
sin primero darte el ajuar
de besos que guardo… Para tu soñado lecho
y tu fragante piel, querida.