Adictos...
a lo que te consume día a día,
y te mantiene en alerta, despierto,
en permanente vigilia.
Adictos...
a la droga perfecta en la noche cerrada,
cuando el brillo de la luna se apaga
y un cielo de alquitrán oculta las miradas.
Adictos...
al estremecer del corazón,
a la apnea después de un roce,
una sonrisa, o esa voz.
Adictos...
al dolor que dejan besos y caricias,
que buscan saciar la piel que agoniza
encontrando placebo, en mentiras.
Adictos...
al momento, al placer, al anhelo.
A los cuerpos evocados, intensos,
queriendo satisfacer el deseo.
Adictos...
a la falacia por falta de valentía,
por miedo arriesgarse a lo incierto,
que quizás sea cura o un nuevo comienzo.
Y así sigo... yo, adicta...
enferma, consumida, destruida,
pensando que tu droga es mi medicina
aun sabiendo que es mi gran mentira.
Escrito 11.02.2018