Pinina
Corría el 16 de febrero de 2004, mi pequeñita hija Valentina cumplía dos añitos, cuando le pregunté que quería que le regalara me dijo: Un pehito chititico.
Y llegó a su vida Pinina, una frensh poodle blanca, con una particularidad especial, al peluquearla, su piel tenia manchas negras y quedaba como un dálmata.
Pero tenía lealtad de pastor alemán y paciencia de ovejero inglés.
Fue su compañera fiel, la que se acostaba a su lado en las tardes calurosas de verano o en las frias de invierno, pero siempre ahí, a su lado, comiendo cuanta cosa se le antojara compartirle su protegida.
Fueron 13 largos años, en que crecieron juntas y aprendieron a pasar soledades, juegos y hasta tristezas, de esas tristezas que también en la infancia nos aprietan la vida.
En tiempo humano, tenía más de 90 años, ya casi no veía, comía poco y dormía mucho.
Se iba yendo despacio, para que no la sintiéramos ir, como se van los amigos cuando son leales.
Y justo el primero de Julio, cuando su niña se fue de vacaciones... no hubo más fuerza, decidió irse, al tan anunciado cielo, al que van los perros, porque no merecen ir a otro sitio.
Adiós Pinina y gracias por tu lealtad, porque ni aceptaste ennoviarte, para no entretener tu tiempo, en cosas de humanos y descuidar tu tarea de cuidar a tu niña.
Te extrañaremos, porque como siempre lo digo, entre más conozco a los hombres, más quiero a mi perro, y a puro amor te ganaste un lugar en el corazón.
Ron Alphonso
2 de julio de 2017