Para a tus pies ponerlo como alfombra
te doy mi corazón enamorado,
con obsequioso esmero edificado,
a la luz orientado, no a la sombra.
Mira que me fascina y que me asombra
tanta amplitud y cielo iluminado,
tanto espacioso cuarto soleado,
tu soledad, sin mí, cuando me nombra.
Encaramado estoy en esta altura
en las noches románticas y bellas,
ebrio de inmensidad al compartirlas.
Con singular belleza y hermosura
vienen a mí la luz y las estrellas
para ante ti soplarlas y esparcirlas.
Gonzaleja