A la hora de traducir el tiempo
sentado sobre el escondite que me oculta
en cierta posición para saberse solo
intentando escapar del miedo,
no quiso irse.
¿Será necesario llorarlo todo?
aserrarse esta tarde
delante de árboles caídos
con todos sus siglos,
signando desapariciones
sobre los tránsitos de la memoria
hasta la noche que habitaremos.
Par de ojos mirando al futuro
resuénan el paso cabalgadura de los días,
este cuerpo, en esta forma,
esta identidad artificiosa.
Poseo un par de tardes últimamente
esta tos,
la rinitis fastidiosa,
esta máquina de escribir,
los calcetines rotos que zurciré
como testamento,
otras cosas me poseen y me postran.
Mandan y dominan
días largos y negros.
No asistiré a mi funeral,
que mis amigos se gocen sin mí,
hagan de mi un santo
canonizado por su lengua,
pongan ese cuerpo en una caja
de cartón como una piñata,
ha dejado de ser mío,
lo dejo con su tos y su rinitis
con su llanto llano y sus días largos y negros,
con los calcetines puestos y bien zurcidos,
dejo la máquina de escribir
para que alguien la convierta en una pianola,
me estoy saliendo de esta carne
ahí quedan los huesos
paguen con eso sus impagables deudas.